Valor
del mes: María, madre de la esperanzaLema
del mes: «He ahí a tu Madre» (Jn 19, 27)
María, Madre de la esperanza
Objetivo: Motivar en los jóvenes asistentes el deseo de ser en
medio de sus hogares, en sus centros de estudios y en la comunidad, misioneros
de la esperanza, a ejemplo de María quien es «Madre de la Esperanza».
Preámbulo:
La bienaventurada
Virgen María, la joven humilde de Nazareth fue escogida por Dios para ser la
madre del Mesías. Ella fue, es y seguirá siendo manifestación de la esperanza
de quienes confían plenamente en Dios.
En la reunión de hoy
estaremos hablando de María y te contaremos algunos motivos por los que la
Iglesia la considera «Madre de la Esperanza». Iniciaremos la reunión de hoy
orando con el Magníficat.
Cántico de la Virgen
María: «Magníficat» (Lc 1,
46-55)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Introducción
A través de su
«hágase en mí», María aceptó el proyecto que Dios le encomendó y ella, siendo
la escogida del Señor para ser la madre del salvador decidió ser «peregrina de
esperanza» al ir al encuentro de su prima Isabel para servirle. Como jóvenes
dispuestos a crecer en el amor a Dios y a los demás debemos ver en María un
modelo de auténtico servicio desinteresado.
«La esperanza es la
virtud de los caminantes» y la Virgen María, es la compañera idónea para
acompañarnos en cada peregrinar de nuestras vidas, porque ella nos lleva a
Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Preguntas para
reflexionar:
1.
¿Qué
entiendes de la expresión «María Madre de la esperanza?
2.
¿Qué
actitudes descubres en María al orar con la oración del Magníficat?
¿Por qué la Iglesia considera a María como Madre de la Esperanza?
Desde que ella le dijo que sí al Señor, el día de la Anunciación, ella es
parte fundamental de la misión de su hijo, Jesucristo, el Hijo muy amado del
Padre Celestial.
A pesar de todas las incertidumbres
que se le podrían presentar, ella mantuvo encendida su esperanza de recibir la
salvación por parte de Dios a través del Mesías. Y a ese salvador ella lo llevó
en su vientre, sintió sus pataditas. Lo tuvo en su interior, sus corazones
latieron al mismo ritmo. Ella vivió con él la dulce espera del embarazo.
El salvador de la humanidad estuvo en su interior cuando ella se puso en
camino a donde su prima Isabel para ayudarla durante su embarazo. La visitación
de María a Isabel es reflejo del inmenso deseo de servir de María. Fue
peregrina de esperanza en aquella casa en las montañas donde había una gran
necesidad.
María fue madre de esperanza durante su parto, pues, al llegar la hora de
dar a luz a la «luz del mundo» siguió caminando hasta encontrar aquel pesebre
en Belén donde Cristo se hizo carne para salvar la humanidad.
Ella fue signo de esperanza cuando guardó en su corazón las palabras de los
pastores que le comunicaban que los ángeles habían glorificado a su hijo.
También cuando interiorizó las palabras de los Reyes Magos el día en que el
Mesías (su hijo) se manifestó a todos los pueblos representados en estos que le
traían como regalo oro, incienso y mirra.
Ella permaneció siendo signo de esperanza cuando fue al templo a purificar
al niño y Simeón le dijo que una espada le traspasaría el corazón porque su
hijo sería un signo de contradicción en medio del pueblo de Israel.
Manifestó ser signo de esperanza cuando estuvo en aquella boda y faltó el
vino al decirle a los sirvientes que hicieran lo que él mandase.
La psicología de María: Análisis de la madre de la Esperanza según el Papa Francisco
Ahora, compartimos una reflexión del Papa Francisco
durante una audiencia general en mayo del 2017 en la que habló sobre María como
madre de la esperanza
En esta
disposición hay fragmento bellísimo de la psicología de María: no es una mujer
que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada
parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con
violencia, que injuria contra el destino de la vida que nos revela muchas veces
un rostro hostil. Es en cambio una mujer que escucha: no olviden que hay
siempre una gran relación entre la esperanza y la escucha, y María es una mujer
que escucha, que acoge la existencia así como esta se nos presenta, con sus
días felices, pero también con sus tragedias, que jamás quisiéramos haber
encontrado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo es clavado en el
madero de la cruz.
Ahora
reflexionemos sobre lo dialogado:
María fue signo de esperanza, incluso en el momento más doloroso, en la
cruz, pues allí el mismo Cristo la hizo madre de todos sus discípulos amados,
en la persona de Juan, unos instantes antes de morir.
Por estas y muchas razones más la Virgen María, la
jovencita de Nazareth es la madre de la esperanza.
María guardaba todo lo bonito que decían de Jesús
en el corazón, ¿qué guardas tú hoy de ella luego de esta reflexión?
Escuchemos
juntos:
María, Madre de la esperanza
Objetivo: Motivar en los jóvenes asistentes el deseo de ser en
medio de sus hogares, en sus centros de estudios y en la comunidad, misioneros
de la esperanza, a ejemplo de María quien es «Madre de la Esperanza».
Preámbulo:
La bienaventurada
Virgen María, la joven humilde de Nazareth fue escogida por Dios para ser la
madre del Mesías. Ella fue, es y seguirá siendo manifestación de la esperanza
de quienes confían plenamente en Dios.
En la reunión de hoy
estaremos hablando de María y te contaremos algunos motivos por los que la
Iglesia la considera «Madre de la Esperanza». Iniciaremos la reunión de hoy
orando con el Magníficat.
Cántico de la Virgen
María: «Magníficat» (Lc 1,
46-55)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Introducción
A través de su
«hágase en mí», María aceptó el proyecto que Dios le encomendó y ella, siendo
la escogida del Señor para ser la madre del salvador decidió ser «peregrina de
esperanza» al ir al encuentro de su prima Isabel para servirle. Como jóvenes
dispuestos a crecer en el amor a Dios y a los demás debemos ver en María un
modelo de auténtico servicio desinteresado.
«La esperanza es la
virtud de los caminantes» y la Virgen María, es la compañera idónea para
acompañarnos en cada peregrinar de nuestras vidas, porque ella nos lleva a
Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Preguntas para
reflexionar:
1.
¿Qué
entiendes de la expresión «María Madre de la esperanza?
2. ¿Qué actitudes descubres en María al orar con la oración del Magníficat?
¿Por qué la Iglesia considera a María como Madre de la Esperanza?
Desde que ella le dijo que sí al Señor, el día de la Anunciación, ella es
parte fundamental de la misión de su hijo, Jesucristo, el Hijo muy amado del
Padre Celestial.
A pesar de todas las incertidumbres
que se le podrían presentar, ella mantuvo encendida su esperanza de recibir la
salvación por parte de Dios a través del Mesías. Y a ese salvador ella lo llevó
en su vientre, sintió sus pataditas. Lo tuvo en su interior, sus corazones
latieron al mismo ritmo. Ella vivió con él la dulce espera del embarazo.
El salvador de la humanidad estuvo en su interior cuando ella se puso en
camino a donde su prima Isabel para ayudarla durante su embarazo. La visitación
de María a Isabel es reflejo del inmenso deseo de servir de María. Fue
peregrina de esperanza en aquella casa en las montañas donde había una gran
necesidad.
María fue madre de esperanza durante su parto, pues, al llegar la hora de
dar a luz a la «luz del mundo» siguió caminando hasta encontrar aquel pesebre
en Belén donde Cristo se hizo carne para salvar la humanidad.
Ella fue signo de esperanza cuando guardó en su corazón las palabras de los
pastores que le comunicaban que los ángeles habían glorificado a su hijo.
También cuando interiorizó las palabras de los Reyes Magos el día en que el
Mesías (su hijo) se manifestó a todos los pueblos representados en estos que le
traían como regalo oro, incienso y mirra.
Ella permaneció siendo signo de esperanza cuando fue al templo a purificar
al niño y Simeón le dijo que una espada le traspasaría el corazón porque su
hijo sería un signo de contradicción en medio del pueblo de Israel.
Manifestó ser signo de esperanza cuando estuvo en aquella boda y faltó el
vino al decirle a los sirvientes que hicieran lo que él mandase.
La psicología de María: Análisis de la madre de la Esperanza según el Papa Francisco
Ahora, compartimos una reflexión del Papa Francisco
durante una audiencia general en mayo del 2017 en la que habló sobre María como
madre de la esperanza
En esta disposición hay fragmento bellísimo de la psicología de María: no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con violencia, que injuria contra el destino de la vida que nos revela muchas veces un rostro hostil. Es en cambio una mujer que escucha: no olviden que hay siempre una gran relación entre la esperanza y la escucha, y María es una mujer que escucha, que acoge la existencia así como esta se nos presenta, con sus días felices, pero también con sus tragedias, que jamás quisiéramos haber encontrado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo es clavado en el madero de la cruz.
Ahora
reflexionemos sobre lo dialogado:
María fue signo de esperanza, incluso en el momento más doloroso, en la
cruz, pues allí el mismo Cristo la hizo madre de todos sus discípulos amados,
en la persona de Juan, unos instantes antes de morir.
Por estas y muchas razones más la Virgen María, la
jovencita de Nazareth es la madre de la esperanza.
María guardaba todo lo bonito que decían de Jesús
en el corazón, ¿qué guardas tú hoy de ella luego de esta reflexión?
Escuchemos juntos:
Santa Maria del Camino (En Vivo) - Verónica Sanfilippo | Música Católica
¿Qué acciones puedes realizar para ser, a ejemplo
de María, signo de esperanza en medio del mundo?
Conclusión
Para vivir como auténticos peregrinos de la
esperanza debemos tomar como modelo a la Virgen María, quien, al ser elegida
por el Señor para cumplir una misión importante no se atemorizó, sino que
procuró ser signo de esperanza en la vida de cada persona a la que pudo servir.
Oración a María, Madre de la Esperanza
María, Madre de la esperanza,
¡camina con nosotros!
Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
ayúdanos a dar testimonio de Jesús,
el único Salvador;
haznos serviciales con el prójimo,
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados
de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos
en la historia
convencidos de que el designio
del Padre se cumplirá.
Aurora de un mundo nuevo,
¡muéstrate, Madre de la esperanza
y vela por nosotros!
Vela por la Iglesia en Europa:
que sea trasparencia del Evangelio;
que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión
de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza
para la paz y la alegría de todos.
Reina de la Paz,
¡protege la humanidad del tercer milenio!
Vela por todos los cristianos:
que prosigan confiados por la vía de la unidad,
como fermento
para la concordia del Continente.
Vela por los jóvenes,
esperanza del mañana:
que respondan generosamente
a la llamada de Jesús;
Vela por los responsables de las naciones:
que se empeñen en construir una casa común,
en la que se respeten la dignidad
y los derechos de todos.
María, ¡danos a Jesús!
¡Haz que lo sigamos y amemos!
Él es la esperanza de la Iglesia,
de Europa y de la humanidad.
Él vive con nosotros,
entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo decimos
«Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20):
Que la esperanza de la gloria
infundida por Él en nuestros corazones
dé frutos de justicia y de paz!
Fuente de la oración: Ecclesia
in Europa, 125
Autor: Juan Pablo Jiménez
¿Qué acciones puedes realizar para ser, a ejemplo
de María, signo de esperanza en medio del mundo?
Conclusión
Para vivir como auténticos peregrinos de la
esperanza debemos tomar como modelo a la Virgen María, quien, al ser elegida
por el Señor para cumplir una misión importante no se atemorizó, sino que
procuró ser signo de esperanza en la vida de cada persona a la que pudo servir.
Oración a María, Madre de la Esperanza
María, Madre de la esperanza,
¡camina con nosotros!
Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
ayúdanos a dar testimonio de Jesús,
el único Salvador;
haznos serviciales con el prójimo,
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados
de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos
en la historia
convencidos de que el designio
del Padre se cumplirá.
Aurora de un mundo nuevo,
¡muéstrate, Madre de la esperanza
y vela por nosotros!
Vela por la Iglesia en Europa:
que sea trasparencia del Evangelio;
que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión
de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza
para la paz y la alegría de todos.
Reina de la Paz,
¡protege la humanidad del tercer milenio!
Vela por todos los cristianos:
que prosigan confiados por la vía de la unidad,
como fermento
para la concordia del Continente.
Vela por los jóvenes,
esperanza del mañana:
que respondan generosamente
a la llamada de Jesús;
Vela por los responsables de las naciones:
que se empeñen en construir una casa común,
en la que se respeten la dignidad
y los derechos de todos.
María, ¡danos a Jesús!
¡Haz que lo sigamos y amemos!
Él es la esperanza de la Iglesia,
de Europa y de la humanidad.
Él vive con nosotros,
entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo decimos
«Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20):
Que la esperanza de la gloria
infundida por Él en nuestros corazones
dé frutos de justicia y de paz!
Fuente de la oración: Ecclesia
in Europa, 125
Autor: Juan Pablo Jiménez
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