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Meditación sobre la esperanza: ¿Cuáles son mis anhelos desde la luz de la fe?

 


 

Valor del Mes: Esperanza Verdadera
 Lema del Mes: «Esperamos cielos nuevos y tierra nueva» (2 Pe 3,13)

 




Objetivo: Meditar unidos, como hermanos en la fe, los sueños y anhelos de los jóvenes que integran las comunidades de Pastoral Juvenil.

 

Preámbulo:

Si te aseguraran que los anhelos que tienes en tu corazón pueden adquirir otro sentido cuando tienes la confianza puesta en Dios, ¿qué dirías?

Te aseguro que mediante esa intimidad con él puedes encontrarle un sentido de mayor plenitud a tus sueños.

Hoy vamos a iniciar este mes de mayo meditando en nuestros anhelos personales a la luz de la fe. Así que preparemos juntos el corazón a ver cómo la luz de Cristo resucitado nos ilumina en este peregrinar.

 

Oración inicial

 

Amado Jesús, hoy venimos a ti en comunidad para agradecerte por tu amor. Te damos gracias porque en fe sabemos que en ti reside nuestra esperanza.

Queremos hoy, al vivir la alegría pascual colocar en tus manos todos nuestros anhelos, deseos, metas y sueños, para que, encendida nuestra fe con la llama de la esperanza sean iluminadas todas las intenciones de nuestros corazones.

Ayúdanos en este día a vivir llenos de confianza en ti todos los acontecimientos de nuestra existencia.

Amén.

 

Introducción

Queridos jóvenes, la Resurrección de Jesús nos invita a una renovación integral de nuestra realidad. Cristo, nuestro Señor, al vencer la muerte enciende en nuestras vidas una nueva luz que nos invita a la esperanza.

Pero ¿cuál es la verdadera esperanza a la que hacemos referencia? Pues, a la de confiar todo cuanto somos y anhelamos en las manos del Señor resucitado. Él quiere que sintamos la alegría de llenarnos de su amor.

 

Preguntas para la reflexión

 

¿Qué significa para ti tener esperanza?

¿Cuáles son tus principales anhelos?

¿Cómo le presentas esos anhelos a Dios en tu oración?

 


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«Esperamos cielos nuevos y tierra nueva» (2 Pedro 3, 13)

 

Como miembros de la Iglesia vivimos la esperanza de encontrarnos cara a cara con el Señor en la eternidad; esa es nuestra esperanza comunitaria. Pero, a nivel personal, ¿qué esperamos recibir? ¿qué anhelamos construir?

El apóstol Pedro dice en su segunda carta que los creyentes «esperamos cielos nuevos y tierra nueva», aludiendo a que al final de nuestra historia, de nuestro caminar por esta vida, concluido el recorrido, nos encontraremos con el Señor.

Sin embargo, mientras ese momento llega debemos de vivir. Por tal motivo, hoy necesitamos meditar, en fe, ¿cómo podemos vivir nuestros anhelos como jóvenes de fe?

 

Estar dispuestos a ser signos de esperanza

 

Chicos, ustedes viven la etapa más hermosa de su vida. Donde se construyen los sueños y se forja el carácter. La juventud bien vivida es fructífera. Miremos algunos ejemplos.

El joven David

Cuando el Rey David era un joven venció a Goliat en la batalla de los israelitas contra los filisteos. En el primer libro de Samuel (1 Samuel 17, 43-47), leemos cómo David, en su anhelo de defender a su pueblo cimentó su legado al vencer a quien había sido el mayor verdugo del ejercito hebreo. Eso le permitió «crear networking» (establecer relaciones), que lo llevaron a generar vínculos con miembros destacados de la sociedad de su época y construyó su camino a ser el Rey más poderoso y querido de los que hace referencia la Biblia.

¿A qué nos llama esta reflexión? A estar dispuestos, a luchar por lo que anhelamos, a motivarnos a dar el máximo de nuestra capacidad. Pero también a estar dispuestos al servicio. David fue escogido por Dios para reinar, pero si en su corazón no hubiese ardido la llama de la solidaridad con los suyos no se habría enfrentado a la adversidad por el bien de su pueblo.

¿Y tú a qué gigante estás dispuesto a enfrentar?

 

Una virgencita llena de esperanza

 

Cuando nos hablan de María de Nazareth pensamos en la Reina del Cielo, en la Madre de Dios. Nos olvidamos un poquito, que antes de que recibiera la visita del ángel Gabriel era una jovencita de un pueblito que esperaba al Mesías, como todos los miembros de su pueblo y que confío en las promesas de Dios.

El evangelio de Lucas 1, 26 en adelante nos muestra a María como una joven valiente y decidida. Ella estaba llena de esperanza. Sabía que Dios tenía el poder para hacer grandes cosas. Por eso su alma proclamó la grandeza del Señor y su espíritu en su presencia.

Ella es un signo de que debemos vivir con convicción nuestra esperanza. Pues su «sí» a la invitación de Dios de ser la madre del Mesías nos concedió al salvador, pero también nos regaló a nuestra madre espiritual.

¿Por qué debemos ver nuestros anhelos desde la óptica de María? ¡Sencillo! Ella es un modelo fe. Siendo muy joven creyó con todo su ser, estuvo siempre dispuesta al servicio y reconoció que sólo cuando nos presentamos ante él con un corazón humilde lo veremos obrar en nuestra vida y en la de los demás.

¿Y tú cómo puedes vivir tus «sís» en tus proyectos personales?

 

La esperanza del más joven

 

Veamos a otro joven lleno de Esperanza. San Juan el apóstol y evangelista, era el más jovencito de los discípulos de Jesús. Fue, junto Andres, y según su propio evangelio, uno de los dos primeros seguidores de Cristo. En Juan 1, 35-42 vemos este relato.

A pesar de su juventud, Juan decidió seguir de manera radical a Cristo. Fue el único de los discípulos que estuvo a los pies de la cruz cuando crucificaron al Señor (Juan 19, 25-27) y fue el primero de los doce que llegó al sepulcro cuando le anunciaron que el cuerpo de Jesús no estaba allí (Juan 20, 3-23) y cuando vio la tumba vacía creyó en las palabras de su maestro.

¿A dónde queremos llegar con esto? Pues a una cuestión sencilla: A amar de manera radical al Señor. Elegir seguirlo nos impulsa a buscar estar en su presencia aún en el dolor y a estar dispuestos a salir a su encuentro en medio de la incertidumbre, la angustia o el dolor. Juan «vio y creyó» porque estaba dispuesto a poner su esperanza en Jesús. ¿Cuántas bendiciones nos perdemos por distraernos de lo que anhelamos? Juan quería, como todos los discípulos, la liberación de su pueblo; eso obtuvo. Vio las vendas en el suelo y creyó que la muerte de su Señor no fue su derrota sino el impulso para ver cumplidas las promesas de Dios.

¿Qué significa para ti ese «ver y creer» en tus momentos de dificultad?

 

Reflexionando en torno al tema

 

Partiendo de estos tres ejemplos de jóvenes que supieron ver en su confianza en Dios el cumplimiento de sus anhelos, sentémonos en silencio y tocando nuestro pecho para sentir el latir de nuestros corazones, meditemos en la pregunta:

 

¿Cuáles son mis anhelos desde la luz de la fe?

¿Qué yo quiero en la vida que sé que sólo no lograré y necesito que el mismo Dios actúe para que yo lo pueda lograr?

¿Puedo identificar esas cuestiones que me impiden ahora mismo ver materializados esos anhelos?

 

Canción para reflexionar

Mientras meditamos sobre nuestra esperanza, escuchemos la siguiente canción:

En la voz del Grupo Axxis, Hombres nuevos

https://www.youtube.com/watch?v=gcOj_dazlGw

 

A modo de conclusión

La confianza en Dios puede moldear nuestros anhelos y a través de la fe podemos vivir con mayor plenitud esos propósitos que nos hemos planteado.

Cuando vemos nuestros sueños como parte del plan de Dios adquieren un mayor sentido, podemos vencer obstáculos, lograr objetivos y alcanzar esas metas que se vamos sembrando en lo más interno del ser.

 

Oración final

Señor, tú que siempre estás atento a nuestras súplicas, escucha en este día nuestros anhelos y danos la gracia de llenar nuestro ser de tu gracia, de tu esperanza y de tu paz. Haciendo de nosotros jóvenes de fe y testigos de la alegría de la resurrección en medio del mundo.

Amén

 

 

 

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