Valor
del Mes: La solidaridad, signo de esperanzaLema
del Mes: «No nos cansemos de hacer el bien» (Gal. 6,
9)
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Respetando la dignidad de la otra persona transmito mi amor a Dios |
Objetivo: Enseñar
a los integrantes de las comunidades juveniles la importancia del respeto a la
dignidad de cada ser humano y cómo siendo solidarios podemos reflejar nuestro
amor a Dios a los demás.
Preámbulo:
¿Sabías que la dignidad
de cada ser humano se fundamenta en que todos fuimos creados por Dios a su
imagen y semejanza? Todos los seres humanos —los creyentes y los no creyentes—,
tenemos la misma dignidad por el simple hecho de ser personas. Y ya que todos
tenemos la misma dignidad a todos nos toca cuidar la dignidad de los demás,
siendo solidarios y mostrando misericordia.
Hoy profundizaremos en este elemento fundamental de nuestra fe: El respeto a la dignidad de cada persona.
Oración inicial:
Vida y dignidad de la persona humana oración
Dios de toda vida,
Ayúdanos a valorar el
gran don que es la vida humana
formada a tu imagen, reflejo de tu santidad.
Ayúdanos a reconocerte
en todos los que has creado:
niños todavía no nacidos,
familias afectadas por la pobreza y la guerra,
personas de habilidades diferentes,
personas de otras tierras, y
todos los que son víctimas del odio y el racismo.
Ayúdanos a dar testimonio
de la dignidad de todos los que has creado,
sin importar la etapa de la vida,
o la riqueza,
o la habilidad,
o el color, o el credo,
porque cada persona es completamente igual ante tus ojos amorosos.
Comparte con nosotros tu
santo conocimiento
de que todos somos tus hijos,
cada uno dotado de dignidad inherente.
¡Que tu justicia reine
para siempre!
Amén.
Introducción
Dios nos ama a todos por igual. A todos nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1, 26-27) y a todos nos hace el mismo llamado a la existencia.
Si queremos ser jóvenes llamas de esperanza en medio de una sociedad que se ha relativizado tenemos que nadar contracorriente y darle a cada uno el justo valor que se merece, simplemente por ser humano.
En esta semana meditaremos sobre el respeto a la dignidad del otro, sabiendo que con esto cumplimos el mandamiento que nos da Jesús: «Que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado». (Juan 13, 34)
Preguntas para la reflexión
¿Qué significa para ti respetar la dignidad del otro?
¿A qué se refiere la Biblia cuando dice que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios?
¿Por qué respetar la dignidad del otro es un acto de amor a Dios?
¿Cómo fomentamos a nivel de nuestro grupo de Pastoral Juvenil la dignidad del otro?
La Parábola del Buen
Samaritano, una enseñanza sobre el respeto de la dignidad del otro
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10,25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
Jesús le respondió: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.”
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.» Le dijo Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
Volvemos a leer la parábola del Buen Samaritano, ¿por qué? Para que se nos quede en el corazón que como servidores de Jesús nuestra misión es ante todo ser misericordiosos con los demás.
En un mundo lleno de divisiones y marcado por la violencia, las guerras, el odio y el individualismo, la misericordia es el signo más palpable de que hemos tenido un encuentro personal con el Señor.
El respeto a la dignidad del otro a los ojos del Buen Samaritano
Desmenucemos la lectura que hemos escuchado y centrémonos en el hombre que hace el bien y respeta la dignidad del que ha sufrido un mal.
El samaritano ve al hombre tirado en el suelo y se apiada. No se escuda en que estaba ensangrentado —o casi muerto—, como los dos primeros personajes que narra la parábola, se fija en que está sufriendo. Con el acto de fijar la mirada en ese que sufre siente conmiseración de él. Es decir, tiene compasión de su dolor, de su situación, y lo cura.
No lo ve como a un judío molido a palos (posiblemente atacado por otros judíos, no lo dice el texto), lo ve como a otro ser humano como él que necesita ser ayudado.
Le cura las heridas. No se fija en que puede mancharse con la sangre del moribundo, no se enfoca en que los asaltantes pueden volver y hacerle lo mismo. Tiene claro que necesita hacerle un bien a un ser humano como él que ha sufrido una situación difícil.
No se conforma con curarlo en el momento. Lo lleva a un lugar seguro. Lo cuida toda la noche. Paga el hospedaje cuando debe marcharse, deja dinero y promete que si hace algo más la cuenta él lo pagará.
El Buen Samaritano actuó como prójimo. Respetó la dignidad de ese otro hombre que no era de su pueblo, que no era nada suyo, simplemente por ser persona.
Y sé que entre ustedes habrá quienes piensen que eran otros tiempos. Era otra región u otra cultura. Pero el respeto a la vida del otro es atemporal, no debería existir diferencia de épocas para querer respetar la dignidad del otro.
¿Y qué puedo hacer hoy para respetar la dignidad del otro? Jesús lo dijo clarito en el evangelio: «Anda, haz tú lo mismo.»
Practica tú la misericordia con los demás. ¿Cómo?
· Ayuda al que está pasando hambre. Pero también al que necesita un abrazo.
· No andes por la vida hablando mal del otro o inventando chismes sin necesidad.
· No le hagas bullying al que por alguna razón actúa diferente.
· Respeta. A tus mayores. A los más jóvenes que tú. A quienes piensan como tú. A quienes piensan diferente.
Porque dijo una vez Benito Juárez, «el respeto al derecho ajeno es la paz» y para nosotros, los creyentes el respeto a la dignidad del otro es un acto de amor por Dios que nos llama a ser misericordiosos porque él es misericordioso. (cf. Lucas, 6, 36).
Reflexionando
sobre el tema
¿Dónde comienza la paz? En el respeto.
Ahora pregúntate:
¿Qué estoy haciendo para respetar la dignidad del otro?
¿Cómo mis actos y palabras irrespetan la dignidad de los demás?
¿Qué
puedo aplicar yo, hoy, de la actitud del Buen Samaritano en mi trato con los demás?
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¡Ven a vivir esta experiencia de fe, Noche Blanca! |
A modo de conclusión
Como
creyentes debemos siempre procurar respetar la dignidad del otro. A veces no
estaremos de acuerdo con su opinión o sus actuaciones, sin embargo, si queremos
lograr una sociedad más solidaria, humana y justa, tenemos que empezar
decidiendo nosotros ser respetuosos con los demás.
Oración
final
Te
damos gracias porque a todos nos has proporcionado la misma dignidad y nos
haces a cada uno, de manera individual el llamado a amar a los demás con el
mismo amor, valor y respeto que nos amamos a nosotros mismos.
Ayúdanos
hoy a ser más conscientes de la dignidad del otro y permítenos ser todos los
días más respetuosos con los demás.
Amén.
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